sábado, 7 de julio de 2007

Breve análisis literario de la novela: Mis putas tristes de Gabriel García Márquez

Por Jacqueline Bassi

……Desde entonces empecé a medir la vida no por los años sino por décadas. La de los cincuenta había sido decisiva porque tomé conciencia de que casi todo el mundo era menor que yo. La de los sesenta fue la más intensa por la sospecha de que ya no me quedaba tiempo para equivocarme. La de los setenta fue temible por una cierta posibilidad de que fuera la última. No obstante, cuando desperté vivo la primera mañana de mis noventa años en la cama feliz de Delgadina, se me atravesó la idea complaciente de que la vida no fuera algo que transcurre como el río revuelto de Heráclito, sino una ocasión única de voltearse en la parrilla y seguir asándose del otro costado por noventa años más[p.103].

Gabriel García Márquez, periodista, escritor, y ganador del premio Nóbel de literatura de 1982, es el autor de esta novela corta de carácter épico narrativo, en la cual, aparentemente el escritor pretende contar la loca historia de amor de un nonagenario y una joven adolescente virgen. Sin embargo, en ella el escritor hace una franca y profundamente humana reflexión sobre la vida del hombre en la última etapa de su existencia y en especial cuando esa existencia supera los cánones establecidos de duración. A la par, manifiesta la contrariedad que existe entre el envejecimiento mental y físico del hombre. Por último, descubre la inagotable capacidad del individuo para amar y la inexplicable vitalidad que este fenómeno infunde a su entidad física.

El tema concreto de esta novela es la autorreflexión sobre los valores de la vida en la vejez.

Para ello, García Márquez, enfoca una serie de asuntos que va descubriendo a través de un largo e íntimo monólogo puesto en boca del anciano protagonista. Los siguientes cuestionamientos se presentan seguidos por las frases del texto que así lo reflejan:

El tardío descubrimiento de su juventud perdida:

…empecé por preguntarme cuándo tomé conciencia de ser viejo y creo que fue muy poco antes de aquel día [p.13].

La meditación sobre el incumplimiento de la promesa hecha a su madre:

…Mi madre en su lecho de muerte me suplicó que me casara joven con mujer blanca, que tuviéramos por lo menos tres hijos, y entre ellos una niña con su nombre, que había sido el de su madre y su abuela. Estuve pendiente de la súplica, pero tenía una idea tan flexible de la juventud que nunca me pareció demasiado tarde [p.57].

La profunda reflexión sobre su propia mediocridad:

…Dicho en romance crudo, soy un cabo de raza sin méritos ni brillo, que no tendría nada que legar a sus sobrevivientes… [p.12].

El repentino descubrimiento de que la muerte le estaba esperando:

..El veneno mortal estaba en una foto panorámica del personal de planta tomada en el XXV aniversario de la fundación del periódico, en la que señalaban con una crucecita sobre la cabeza a los que iban muriendo…. Había visto esa foto colgada durante años en distintas oficinas, pero sólo entonces fui sensible a su mensaje: de los cuarenta y ocho empleados originales sólo cuatro estábamos vivos [p.50].

O en otro ejemplo:

…He comenzado con la llamada insólita a Rosa Cabarcas, porque visto desde hoy, aquél fue el principio de una nueva vida a una edad en que la mayoría de los mortales están muertos [p.10].

Finalmente, la clara noción de haber superado las estadísticas establecidas de vida y la conciencia de que cada día que se vive es una nueva oportunidad, un triunfo de la vida sobre la muerte al que se entrega sin lamentaciones, más bien con un humor satírico y con complacencia:

…por último rematé la pianola como reliquia histórica con sus más de cien rollos de clásicos, y compré un tocadiscos usado pero mejor que el mío, con parlantes de alta fidelidad que engrandecieron el ámbito de la casa. Quedé al borde de la ruina pero bien compensado por el milagro de estar vivo a mi edad [p.103].

Memoria de mis putas tristes cuenta la desteñida vida de un anciano de noventa años, de quien lo sabemos todo menos su identidad, la cual permanece en el anonimato a través de toda la obra. García Márquez, ágilmente y de un tajo, irrumpe en la vida de este solitario personaje el día de su noventa cumpleaños y con un par de pinceladas fabrica el escenario en el que coloca sus personajes en posición para llevar de la mano al lector en este recorrido vivido por la vida de este abuelo. De aquí y en adelante se desencadena un largo y laborioso razonamiento que conforma una franca retrospectiva personal del nonagenario, en que por primera vez, según sus propias palabras, este anciano se plantea todos sus logros y derrotas, la mediocridad de su vida profesional e intelectual y su condición humana dentro de su avanzada senectud.
La novela, con una pulcritud admirable, se mueve en dos tiempos simultáneamente, tiempos que viajan análogamente a través de toda la narrativa. El primero, va contando paso a paso la vida del anciano periodista. Este relato se inicia el día de su noventavo cumpleaños, moviéndose hacia atrás y hacia adelante, en diferentes órdenes del pasado y el presente, como es típico de la narrativa de García Márquez, abarca casi un siglo. Un siglo dentro del que se van desgranando los pormenores de la vida del anciano desde su más temprana mocedad hasta sus noventa años. Siempre adelantándose y devolviéndose para reencontrarse con el presente senil en el que vive. El segundo tiempo, abarca el año en el que se esta relatando la historia, iniciándose también el día de su noventa cumpleaños con una llamada a Rosa Cabarcas, vieja amiga del anciano, dueña de un lupanar barato y fuerte conocedora de las artes del amor comprado. Es Rosa Cabarcas quien concertó la primera cita entre la adolescente y el anciano y es dentro de este tiempo en el que se llevan a cabo las apasionadas descripciones de una serie de encuentros clandestinos con la jovencita, de quien el anciano se enamora y con quien vive un desaforado amor platónico que le hace reverdecer todas sus ansias de vivir. Este segundo tiempo, que tiene su propio desarrollo psíquico, se maneja de forma circular, de alguna manera simulando imaginariamente el ciclo de las estaciones del año. Se inicia con la excitación plena que conlleva el comienzo de la primavera, una primavera imaginaria, simbolizada por los primeros albores del enamoramiento y también por el comienzo de un año más de existencia. Paulatinamente se adentra en los trances del amor y del tiempo y avanza superando todas sus melancolías. Finalmente, no olvidemos que imaginariamente, renace con el triunfo del amor y de la sobrevivencia del anciano al primer año de su novena década de vida. Hay aquí, una doble finalidad: la primera pretende dejar ver la intensa gama de turbaciones y temores que el anciano sufre al cumplir los noventa años mientras que la segunda, pretende demostrar otra crisis, la crisis del enamoramiento, la superación de los celos e inseguridades y el triunfo del amor.
Como ya se dijo, se trata de una narración del género épico cuyo estilo literario conserva un claro realismo salpicado con matices mágicos, cosa que se refleja indudablemente en la aceptación de las apariciones de la madre del anciano, Florina de Dios Cargamantos, a su hijo, sin ninguna objeción lógica por parte del anciano:

Entonces volví a ver una vez más a Florina de Dios, mi madre, en mi cama que había sido la suya hasta su muerte, y me hizo la misma bendición de la ultima vez que la vi, dos horas antes de morir. Trastornado por la conmoción lo entendí como el anuncio final y llame a Rosa Cabarcas para que me llevara a mi niña aquella misma noche, en previsión de que no se cumpliera mi ilusión de sobrevivir hasta el último aliento de mis noventa años. [p.107].

También hay realismo mágico en la siguiente frase:

Le conté lo del letrero del tigre que la niña había escrito en el espejo. No pudo ser ella, me dijo Rosa, porque no sabe escribir. ¿Entonces quien? Ella se encogió de hombros: puede ser de alguien que se murió en el cuarto [p.69].

Todo indica que el desarrollo geográfico de Memoria de mis putas tristes es Barranquilla, la ciudad portuaria donde García Márquez vivió entre los años 1950 y 1952 y donde inicio su carrera de periodista.
Las frases que dejan traslucir esta ubicación son por ejemplo la descripción de la casa en la que vive el anciano:

…vivo en una casa colonial en la acera de sol del parque de San Nicolás…..el ámbito de la casa es amplio y luminoso con arcos de estuco y pisos ajedrezados de mosaicos florentinos, y cuatro puertas vidrieras sobre un balcón corrido… desde allí se ve el parque de San Nicolás con la catedral y la estatua de Cristóbal Colon, y mas allá las bodegas del muelle fluvial y el vasto horizonte del río grande de la Magdalena a veinte leguas de su estuario.

También cuando hablando con Casilda Armenta dice:

….fuimos a Puerto Colombia en el trenecito de juguete tan despacioso como un caballo. Almorzamos frente al muelle de maderas carcomidas por donde había entrado el mundo entero al país antes que se dragaran las Bocas de Ceniza [p.95].

También durante el relato del asesinato de un banquero:

…la noticia oficial en titulares excesivos y parca en detalles decía que al joven banquero lo habían asaltado y muerto a cuchilladas en la carretera de Pradomar [p.79].

La locución de la novela es en primera persona y en tono coloquial con un vago humor criollo, caribe. Un largo monólogo anecdótico y confidencial en un vocabulario directo y sencillo. El tiempo real de la novela es la década de los sesenta. La cual se refleja en infinidad de detalles durante toda la narración. Por ejemplo, las frecuentes citas de episodios relacionados con la historia del país y en especial del caribe colombiano su idiosincrasia y la socarrona camaradería que existía entre la autoridad y el hampa en esa época.
En esta novela, Gabriel García Márquez nos sumerge en un fascinante viaje de reflexiones de vida sin descuidar en ningún momento su exquisito esmero por la perfección del tiempo. Como ya vimos, existen en esta narración varias conducciones perfectas del tiempo. Para cerrar magistralmente la ficción, García Márquez concluye su relato en el mismo día del calendario en el que comienza, el 29 de agosto y con el mismo evento y con la misma frase con el que también lo inicia

…el sol estalló entre los almendros del parque y el buque fluvial del correo, retrasado una semana por la sequía, entró bramando en el canal del puerto. [p.15, p.109].

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