
Foto Zoe Valdes- Wickipideia
Algunos la consideran hija de la revolución
05-dic-2009Jacqueline Bassi
Entrevista a Zoé Valdés, escritora cubana en el exilio."Para ser escritor se necesita imaginación, lectura y vida; sobre todo vida", dice.
Zoé Valdés nació en cuba, en el año 1959, en medio de la efervescencia de la revolución cubana. De ahí es que algunos la consideran hija de la revolución. Pero nada más lejos de su verdad “solamente soy hija de mi padre y de mi madre” ha dicho varias veces.
La única revolución que ella verdaderamente ha vivido es su propia revolución interna, su constante búsqueda, su desconfianza en si misma, la forma caótica y desordenada en que ha tenido que vivir su vida; una vida que ella desea prolongar bastante. “No quiero morir, quiero vivir mucho” dice.
Zoé no fue una niña feliz
Zoé nace en el seno de una familia humilde donde su madre y su abuela son toda su familia. Su madre trabajaba de noche, hasta altas horas de la madrugada en una pizzería en la Habana. Vivía cada noche toda una espera, aterrada, pensando que cualquier cosa le pudiera ocurrir a su madre.
“Esa preocupación no la he perdido, vive conmigo aún”, dice . Zoé no fue una niña feliz. También sufría por un constante deseo que su padre se apareciera un día. Sus padres se separaron cuando ella apenas tenía dos meses. Se convirtió en una niña muy solitaria. Una soledad que ella misma descubrió a una edad muy joven y que quiso ajustar al cambiar su personalidad.
Empezó ha escribir cuando apenas tenía diez años
Escribía sin saber por qué escribía. Dice “Yo no fui una niña feliz” y menciona “pero no importa porque eso también fue importante para mi formación como escritor”. Zoé piensa que para ser escritor se necesita imaginación, lectura y vida; sobre todo vida. La familia, la sociedad y el ambiente que rodean la vida de las personas influyen mucho.
Evidentemente también existe un don sobre todo en el inicio, “pero con la constancia y con el tiempo el escritor también se hace.” Ella lleva un diario y escribe constantemente. Piensa que si no lo hace, puede perder esa eterna inspiración que lleva dentro y que la ha hecho escribir de todo un poco. Empezó escribiendo poemas eróticos y poesía intimista. Todo esto porque era lo que Zoé Valdés sentía en el momento. “Los escritores no dicen voy a escribir erotismo, en la vida todo está revuelto, pero la vida es así, muy sensual, la vida toda es sensualidad”, afirma ella.
En cada uno de sus libros Zoé ha ido dejando un poco de su vida. La nada cotidiana es una novela de cuyas páginas se desprenden grandes vivencias de su propia vida. Zoé dice que esta novela tuvo la pretensión de seguir un poco el camino de Milán Kundera en La insoportable levedad del ser. Por lo tanto, es sin lugar a dudas una novela que, sin proponérselo, denuncia las deficiencias del régimen castrista, pero simplemente porque hicieron parte de su vida.
Otras vivencias también influenciaron su vida. Por ejemplo, su abuela era santera y Zoé vivió muy de cerca la santería, “la viví de manera natural como la vive la gente en cuba, en cuba eso es normal, en Cuba eso hace parte de la vida”. Pero Zoé dice que ella no se dedica a la santería ni la sigue obcecadamente aunque reconoce que le tiene mucho respeto.
Zoé Valdés es un personaje multifacético
Es poeta, es novelista, es guionista de cine, es pintora. Dice que también le gustaría dirigir cine. Ella confiesa que vive en una incansable búsqueda, siempre investigando, queriendo ser siempre mejor. El estilo de sus novelas no representa un estilo único. Ha saltado de la novela metafórica y hermética, al estilo directo y erótico, de la novela histórica a la actual, de la fantasía a la realidad.
Por eso también tiene grandes temores, uno de ellos siendo el miedo al equivocarse. Piensa que cuando uno se deja de cuestionar es quizás cuando realmente se puede equivocar. No se siente realizada como persona, “creo que todavía puedo hacer mucho más” y como escritor piensa que la realización no es lo que importa, sino el placer del trabajo. Según ella, “ser feliz es también entender la melancolía y encontrar felicidad en la tristeza”.
La felicidad eufórica no es para Zoé la verdadera felicidad y la tristeza es absolutamente necesaria en la vida. “Uno tiene que vivir sus dolores profundamente y entender que los dolores en la vida también enseñan mucho, y que también pueden ser felicidad. Por ejemplo en París viví la tristeza de perder a mi madre y la felicidad de que la pude sacar de Cuba y de que ella viviera una vida diferente y disfrutara a su nieta antes de morir”.
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